Los romanos heredaron de otros pueblos, como el griego, elementos esenciales de su cultura y, con matices propios, los transmitieron a la posteridad. Las letras y las artes lograron un desarrollo propio, no así la filosofía y las ciencias. Su arquitectura produjo realizaciones grandiosas cuyas ruinas constituyen hoy uno de los testimonios de mayor relieve en los tiempos antiguos. Construyeron acueductos, vías con pavimento de piedra, templos, teatros y anfiteatros, circos, monumentos y termas. La pintura aparece en la decoración de tumbas y templos. Se conservan muestras de frescos notables. Entre los romanos la educación fue, en general deficiente y restringida a sectores minoritarios de la sociedad. Entre los ricos era costumbre encargar a un pedagogo, generalmente de origen griego, la educación de los niños.
La religión romana no planteó profundos problemas de orden moral, sino que se caracterizó por una rigurosa aplicación de fórmulas y ritos de diverso origen, siempre destinados a un objetivo utilitario: prevenir los designios de los dioses o inclinar favorablemente la voluntad de estos. El politeísmo romano asimiló a los dioses extranjeros, en especial a los griegos. Las principales deidades romanas fueron: Júpiter , dios del cielo y la ciudad; Juno , diosa del matrimonio y la maternidad; Marte , dios de la guerra; Jano , guardián de la ciudad; Mercurio , dios del comercio; Minerva , diosa de la inteligencia, Vesta , diosa del hogar. Alrededor del año 40 de nuestra era un nuevo credo religioso se difundió rápidamente en Roma, el cristianismo. Los cristianos eran monoteístas y se negaban a adorar a los dioses oficiales y a reconocer el carácter divino con que contaban los emperadores. En los primeros tiempos los romanos no distinguieron a los cristianos de los demás judíos, pero a partir de Nerón fueron frecuentes las persecuciones contra los seguidores de Cristo.
