Desde hace siglos, sabemos que en el cerebro se produce la acción
intelectual, un complejo proceso que guarda todavía para nuestro
conocimiento, enigmas y secretos de insospechada magnitud en cantidad y
tamaño. Hace más de cien años que Golgi y Ramón y Cajal descubrieron la
ramificación de las células nerviosas, sus conexiones o sinapsis. A partir de
ese momento, el avance científico ha sido importante y, aunque actualmente
podemos dar respuesta a cómo funciona el cerebro, es tarea educativa
principal incorporar a la actividad formativa lo que sabemos sobre el ¿cómo
pensamos? y el ¿cómo deducimos?
Según la teoría del localizacionismo cerebral, la actividad matemática se
presenta, en mayor medida, en el lóbulo frontal y parietal del cerebro. Dentro
del lóbulo parietal, se registra mayor consumo de energía con la actividad
matemática en la región denominada surco intraparietal y en la región inferior.
Además esta región inferior parietal controla el pensamiento matemático y la
capacidad cognitiva visual – espacial. Actualmente, se considera que las
tareas complejas del procesamiento matemático se deben a la interacción
simultánea de varios lóbulos del cerebro, “la topografía cerebral de la
aritmética, aunque incompleta todavía, nos permite afirmar, por ejemplo, que el
sentido numérico se asocia al lóbulo parietal inferior y que la resolución de
cualquier tarea aritmética, por simple que sea, no supone la activación de una única área cerebral, sino la participación de varias áreas que, formando partes
de distintos circuitos, constituyen el sustrato neuronal de los distintos procesos
cognitivos elementales que conforman esa tarea”.